En arquitectura se conoce como abocinado de un hueco o vano en un muro (puertas, ventanas...), a la posición de sus paredes laterales, no paralelas, cuando su anchura aumenta o disminuye progresivamente.
Es característico en las portadas de las iglesias románicas y góticas, por ejemplo, en las que el grueso del muro disminuye visiblemente desde el exterior hacia el interior del edificio, facilitando el acceso al mismo, y dando lugar a las habituales arquivoltas cuando va descargando el peso en arcos concéntricos.
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